Ansiedad: la sorprendente respuesta de lucha o huida: cómo tu cerebro te prepara para correr…

Sabías que esa sensación repentina de taquicardia, respiración acelerada o tensión en el cuerpo no aparece por arte de magia?

 Es tu cerebro, en modo supervivencia, activando el modo lucha o huida. En este artículo te explico, con pulso humano y afectivo, qué es, por qué ocurre y cómo nos ayuda –y a veces nos perjudica– en el mundo moderno.

Qué es la respuesta de lucha o huida?

Este mecanismo automático evolutivo se dispara ante una amenaza. Consiste en que tu sistema nervioso simpático envía una señal de emergencia al cuerpo: libera adrenalina y noradrenalina y cortisol, elevando ritmo cardíaco, respiración, tensión muscular, y desviando sangre hacia músculos y cerebro.

¿A qué se debe? A que millones de años atrás, la supervivencia dependía de responder rápido ante un depredador. Hoy esos depredadores pueden ser los plazos, un examen o una relación tensa, pero el cerebro sigue activando el mismo «modo emergencia».

Qué pasa en nuestro cuerpo?

De forma casi instantánea:

  • Se dispara la amígdala (el cerebro emocional), que avisa al hipotálamo 
  • El hipotálamo se activa  liberando adrenalina y cortisol. 
  • Esto provoca:
    • Aumento del pulso, presión arterial y de glucosa en sangre;
    • Pupilas dilatadas, respiración rápida, tensión muscular, visión en túnel, temblor, inhibición digestiva, entre otros.

Todo para que puedas actuar con rapidez ante un hipotético ataque: correr o pelear. Pero cuidado: si este estado se mantiene en situaciones no peligrosas, puede perjudicar nuestra salud física y emocional.

De lo útil a lo perjudicial

En lo positivo:

  • Nos enfoca y prepara para actuar;
  • Puede mejorar rendimiento en situaciones límite (como exámenes o emergencias). 

En lo negativo, si ocurre con frecuencia sin peligro real, puede provocar:

  • Dolores de cabeza, insomnio, problemas digestivos;
  • Ansiedad crónica, irritabilidad, tensión muscular 
  • Riesgos a largo plazo: hipertensión, debilitamiento inmunitario, fatiga mental. 

Aquí aparece una conexión clave: la ansiedad es una respuesta psicoemocional excesiva de lucha o huida, activada cuando el cerebro cree estar en peligro, aunque no lo esté realmente

Qué es el secuestro amigdalar?

Cuando la amígdala detecta peligro y el neocórtex (cerebro racional) queda fuera de juego, se produce lo que Daniel Goleman llamó  secuestro emocional.  Es un arrebato emocional fuerte, abrupto, impulsivo.

Ejemplo: reaccionas con ira ante un aviso en el chat antes de pensar. Es inmediato e intenso. Puede ocurrir muy seguido si tienes ansiedad o estás bajo estrés prolongado.

La inteligencia emocional como remedio

Aquí entra el poder del coaching emocional. Aprender a identificar, regular y transformar estas reacciones es clave. Te muestro TODO dentro de un marco amigable, precisamente al estilo de Escuela de  emociones.online:

Detecta tus señales físicas

Un ligero temblor, palmas sudorosas, respiración nerviosa… si sabes que surge una señal, puedes detenerte a observarla sin juzgar.

Practica respiración diafragmática

Respira lenta, profunda y desde la panza. Baja frecuencia cardíaca y evita que se dispare la respuesta simpática.

Usa la pausa consciente

Esta pausa te devuelve al neocórtex: piensas mejor, respondes, no reaccionas impulsivamente.

Reconoce la historia interna

Preguntate, escuha tu diálogo interno “Qué amenaza creo que hay aquí?”. Te ayuda a ver cómo tu mente convierte estímulos neutros en ficticios.

Emociones y valores

Conéctate con tus valores… antes de actuar: «Mi valor es el respeto, la calma,yo valoro estar en paz», o lafrase que encarne un valor para vos. Eso te permite irrumpir tu propia reacción.

Estrategias pre escritas

Tener uno o dos guiones simples a mano: “Gracias, lo revisaré y volveré”, te dan tiempo para regularte.

Ejercicio y descanso

La actividad física reduce el cortisol y mejora regulación emocional.

Dormir bien también fortalece el vínculo racional que previene la sobrerreacción emocional.

La respuesta de lucha o huida es un sistema, no un enemigo. Al conocer cómo aparece (amígdala, adrenalina, cortisol), cómo se expresa (taquicardia, respiración, tensión), y cómo transformarla con herramientas de inteligencia emocional (respiración, pausa, cuerpo, valores, conexión humana), convertimos una reacción automática en una oportunidad de crecer.

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